OFICINA DEL MINISTERIO HISPANO

Él está verdaderamente resucitado

            La resurrección de Jesús es la enseñanza central de nuestra fe católica. Toda la historia gira en torno a este evento singular. Todo lo que sucedió antes de ese evento estaba en preparación para ello. Todo lo que ha sucedido después se refleja y depende de ello. Es el evento que condujo a la conversión del poderoso Imperio Romano al cristianismo. Por eso, los primeros discípulos trabajaron para difundir la enseñanza del Evangelio en todo el mundo. Inspiró a innumerables mártires a derramar su sangre a través de los siglos en testimonio de ello.
            Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, sufrió y murió en la cruz, luego conquistó la muerte y volvió a la vida en un cuerpo nuevo y glorificado que ya no está sujeto al tiempo, espacio, sufrimiento y la muerte. Cuando Pedro y Juan llegaron a la tumba donde Jesús había sido colocado, no había cuerpo. María Magdalena vio el cuerpo resucitado de Jesús en el jardín, luego corrió a contarles a los otros discípulos. Jesús se apareció a los doce y llamó al dudoso Tomás para que pusiera su dedo en las heridas que los clavos habíandejado enlas manos de Jesús y luego puso su mano en la herida del costado del cuerpo que la lanza le había dejado. Jesús le dijo, "no seas incrédulo, sino creyente". Jesús se reveló a dos discípulos en el camino a Emaús y lo reconocieron al partir el pan. Más tarde cocinaría y comería pescado con los apóstoles en las orillas del mar de Galilea. No era un fantasma o un producto de la esperanza de la imaginación de los apóstoles, sino el cuerpo resucitado y glorificado del Señor de la Historia.    Jesús había predicho su victoria sobre la muerte. Le dijo a la multitud, destruyan este templo y lo levantaré en tres días. San Juan señala que Jesús estaba hablando del templo de su cuerpo. Les había dicho a Sus discípulos que lo entenderían todo después de resucitar de entre los muertos. Cuando les dijo que primero tenía que sufrir y morir, llevó a Pedro, Santiago y Juan al monte de la Transfiguración. Allí Él fortaleció su fe al permitir que su naturaleza divina brillara a través de su naturaleza humana en toda su gloria. Luego entendieron quién era.
            Cada año celebramos la Resurrección de Jesús en la Pascua. Lo celebramos para recordar la gran promesa de Jesús para nosotros. Los que lo seguimos también conquistaremos al antiguo enemigo, la muerte, y nos elevaremos como Él a una vida nueva y gloriosa. Por nuestro Bautismo, el hombre viejo, incapazde darnos vida eterna, muere y pasamos a elevarnos a una nueva vida que sí lo hace. Jesús prometió que nos da el verdadero pan que baja del cielo. "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día".
            Cada Pascua renovamos nuestras nuevas vidas en Cristo. Somos salpicados con el agua bendecida en la Vigilia Pascual, para recordarnos de nuestro Bautismo cuando aceptamos nuestras nuevas vidas como seguidores de Cristo. Nos esforzamos cada día en imitar a Cristo. Como Jesús, tratamos de ser obedientes a la voluntad del Padre en el cielo, imitamos a Jesús en caridad a nuestro prójimo, cuidamos a los necesitados, lo seguimos incluso en el sufrimiento y la muerte para que, al igual que Él, venzamos a la muerte y nos elevemos a una vida nueva y gloriosa que dura para siempre.
 

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